miércoles, 6 de julio de 2011

EDUCAR EN IGUALDAD

A día de hoy, a nadie se le escapa que hombres y mujeres podemos desempeñar trabajos, tareas, etc. en igualdad de condiciones, que el simple hecho de pertenecer a uno u otro sexo no nos limita para pensar o actuar y estamos de acuerdo de que el camino a la igualdad es imparable y sin retorno.

Sin embargo, muchas veces se nos escapa que la igualdad se construye entre todos y todas, que es responsabilidad, sobre todo de las personas que conformamos la sociedad. De todas y cada una de esas personas depende que cada vez el avance sea mayor y más rápido, porque de poco servirán medidas institucionales, programas e iniciativas si no calan en la población y nos hacemos conscientes de el papel que jugamos en este tema. Así que en la familia debemos plantearnos que visión queremos que nuestros hijos e hijas tengan sobre el papel de la mujer en la familia, el ámbito laboral y la sociedad en general. Y claro, obrar en consecuencia. 

Si nos paramos a pensarlo, transmitir diariamente un mensaje de igualdad no es tan complicado. Como todo, requiere que nos concienciemos de ello y cambiemos hábitos y costumbres en nuestro día a día, y sobre todo, desterrar estereotipos.

Los estereotipos son ideas preconcebidas que están aceptadas comúnmente por la sociedad y a los que se le da carácter de inmutables, es decir las cosas son así porque así son, y no se cuestiona. En el tema que nos ocupa un estereotipo sería decir que las mujeres son más aptas para desempeñar puestos de enfermera o maestra y los hombres para ser mecánicos o médicos, las mujeres son más sensibles y los hombres valientes, las mujeres cocinan bien y los hombres saben hacer reparaciones domésticas... Los estereotipos nos dibujan a unas y otros, y nos atribuyen a las mujeres papeles de crianza y afectivos, ligados normalmente al ámbito privado, al hogar, mientras que los hombres son los encargados de mantener a la familia, de producir en el ámbito público, fuera del hogar. 

Aunque afortunadamente cada vez más estos estereotipos se van desdibujando, el poso sigue estando presente en nuestra sociedad, tanto entre la gente de más edad como entre la gente joven. Y donde más se da la presencia de los estereotipos es, precisamente en el hogar. Las mujeres van conquistando su lugar en el ámbito público, pero en casa, sigue dándose una diferenciación de roles que lleva en muchas ocasiones a una doble carga, la del trabajo y la de la atención a la familia y la casa, y por supuesto a trasmitir un mensaje a hijos e hijas que se aleja de una igualdad real entre mujeres y hombres. 

Los estereotipos, como hemos dicho, nos dan las cosas hechas, por sentado y generalizan realidades que muchas veces no existen. No todas las mujeres somos iguales ni todos los hombres se comportan del mismo modo, cada persona es única y debe comportarse, reconocerse y respetarse como tal.

Para transmitir una visión igualitaria de las cosas, es decir, empezar a mirar con perspectiva de género, no es necesario un gran despliegue de medios, solo buena voluntad y perseverancia, constancia para que sea un mensaje uniforme a lo largo del tiempo, es decir, una forma de entender las cosas. Como cualquier otro mensaje educativo, el de la igualdad debe llegarles a nuestros hijos e hijas de una forma clara y constante para que lo perciban como algo habitual, algo normal y así conseguir que lo interioricen con naturalidad. 

Desde casa, como decimos, no es tan difícil transmitirles este mensaje, ni tenemos que dar “la charla”. Niños y niñas, interiorizan el aprendizaje social, en gran medida, mediante la imitación, así que lo que hagamos y vean, será lo que imiten. 

A continuación, vamos a ver unos ejemplos que se pueden aplicar fácilmente en casa, porque hace tiempo muchas mujeres sí se cuestionaron los estereotipos de género y comenzaron una lucha que hoy nos permite educar a nuestros hijos e hijas en igualdad. 

Evitar frases como “los niños no lloran” o “las señoritas no se comportan así”

El rosa es un color. El azul otro. Solo identifican lo que pretendamos identificar con ellos. Que escojan el que más les guste, no es cuestión de sexos.

Los juguetes no tienen sexo. Si un niño quiere una fregona, probablemente sea porque ve a su padre o a su madre (o a ambos) utilizarla en casa. Recuerda que aprenden por imitación. Si una niña quiere un taladro, quizá os haya visto utilizarlo en casa.

No limitéis sus opciones. Estudios, profesiones, aficiones... sean niños o niñas pueden escoger lo que quieran, pueden vivir su vida en plenitud dedicándose a lo que les guste. 

Cuando leáis un cuento, veáis dibujos o una película, ayudadle a reflexionar sobre el papel de los personajes ¿qué ocurriría si caperucita fuese un niño? Probablemente, lo mismo, porque no todos los niños saben kárate ni son superheroes solo por ser chicos.

Ojo al lenguaje, procurad nombrar en femenino, no uséis el masculino para todo, sobre todo si te refieres a un grupo de mujeres por ejemplo. Se pueden usar expresiones como “tus amigos y amigas”, decir que tenéis una reunión con el profesorado, no con los profesores... 

Implica tu hijo o hija en las tareas del hogar, en todas ellas, desde la reparación de un grifo o cualquier otra “chapucilla” que hagáis en casa, a barrer el suelo o cuidar de plantas y animales. Podrá colaborar en todo dependiendo de su edad, aunque sea para pasar el destornillador, o colocar la semilla en el tiesto, pero implicareis su participación en actividades asignadas a hombres y mujeres.

De vez en cuando, escoged actividades de ocio que les enseñen que por ser niñas o niños pueden hacer cosas que no se les suelen “asignar” u otras que pongan de relevancia el papel de la mujer, como pueden ser algunas de las exposiciones que se suelen celebrar con motivo del 8 de marzo, el papel de las mujeres en países en vías de desarrollo, etc. 

Y sobre todo: predicad con el ejemplo. Compartir tareas en casa, conducir alternativamente, acudid indistintamente a las reuniones del AMPA o con tutores y tutoras...

Y recuerda, que si las mujeres y los hombres de mañana crecen en igualdad no tendrán que construirla en el futuro, porque ya la llevaran en su equipaje, no se cuestionarán cosas que ahora nos planteamos porque ya las llevarán resueltas. Cada persona que vea en los y las demás alguien igual a él o ella, será una persona más que construya una sociedad más justa, y en nuestra mano esta ayudar a dibujar ese futuro. 


Beatriz Menéndez
Licenciada en Pedagogía y Especialista en animación sociocultural 
www.esparcer.com 


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